lunes, 8 de noviembre de 2010

Mnemósine.

Una canción, última en plaza Libertad, ésa fué triste.
Otra mejor: la casa de Roberto Arlt, un sábado de sol, ésa fué alegre.
Escuchar canciones, con letras lindas, que parece que las hubiera hecho uno.
Otoños. Muchos otoños y hojas secas sobre las que podía caminar y saltar.
Lloviznas. caminar haciendo ruido con las zapatillas empapadas.
Mañanitas de sol, en barrancas, con perfume a jazmín y a tierra mojada.
Una vez bailamos por la calle, en san telmo o El Escondite; por ahí donde están unas estatuas en una plaza.
Un árbol del botánico y una estrella, la primera siempre, regalados para toda la vida.
La terraza de un edificio, mucho viento desprolijo y un atardecer dibujado.
El avión que me escribió en el cielo, aunque fuera mentira.
Un cumpleaños feliz, los 11.
Un vestido y un collar, nuevos para una fiesta.
La tarde(¿o fueron muchas?) de scrabble con palabras inventadas.
Las fotos, detener momentos luminosos en la cámara.
Los susurros a la noche, apenas se apagaban las luces, y las carcajadas que seguían sin saber por qué.
El insomnio entre glicinas, en verano.
Las cartitas y frases en papeles de caramelos, llenas de amor y palabras regaladas.
Sonrisas a oscuras cuando casi nos acariciábamos.



Inventé otro continente para poder encontrarte. Ahí seguimos siendo.